miércoles, 5 de noviembre de 2008

Picasso: Periodo Rosa

A partir de 1905 Picasso se instaló en París en el Bateau-Lavoir, situado en el barrio de Montmartre, en el taller cedido por Paco Durrio. Allí conoció a su primera compañera: Fernande Olivier. Se convirtió en un asiduo del "Lapin Agile" y el circo Médrano. La pobreza y dureza de la vida de los artistas de circo y saltimbanquis aportaron un nuevo lirismo a sus cuadros en el paso de la época azul a la denominada época rosa. La época rosa se distingue por sus colores pastel y tonos cálidos, de lineas suaves y delicadas, continuando las figuras de proporciones alargadas próximas a su admirado Greco.

Los temas que trataba son la alegría y la inquietud existencial. Seguían siendo melancólicos, pero dominados por el afecto, y hay también muchas referencias al mundo del zoológico y del circo. Pintó máscaras, arlequines, domadores y payasos. También es la época de las maternidades rosas. Picasso puso énfasis durante este período en la línea y el dibujo, más que sobre el color. Obras representativas de esta época son Acróbata con balón o muchacha con balón, La familia de saltimbanquis, Acróbata y joven arlequín y Familia de acróbatas con un mono.

En 1905 Picasso conoció a Guillaume Apollinaire, escritor precursor del Surrealismo, y André Salmon. Del 25 de febrero al 6 de marzo del mismo año expuso en la Galería Serrurier sus primeras telas rosas. En la primavera del mismo año pintó Saltimbanquis (Washington, National Gallery). Durante el verano, hizo un viaje a Schoorl, en Holanda, y pintó las Tres Holandesas (París, Musee National d'Art Moderne, depósito del Museo Picasso), una versión personal del tema clásico de las tres gracias.

En otoño, se reunió con Gertrude y Leo Stein. Gertrude Stein le presentó a Matisse durante el invierno de 1906. La galería Ambroise Vollard adquierió la mayoría de las telas rosas en marzo. En mayo se fue con Fernande Olivier a Barcelona, y luego durante el verano a Gósol, en Lleida, donde entró de nuevo en contacto con el primitivismo esencial de la cultura popular, y pintó escenas de baños y desnudos vistos desde su exquisito dominio del rojo. Esta estancia tuvo un impacto importante en la obra de Picasso, pues las pinturas de Gósol marcaron el comienzo de su revolución cubista el año siguiente.

Más adelante Picasso asistió a una exposición de esculturas ibéricas en el Louvre, entre las que se encontraba La Dama de Elche, que le recordaban aquellas figuras que observó con interés en las iglesias de Gósol. Esto le inspiró una serie de cuadros con personajes que rescatan ciertas características de ese primitivismo, rompiendo con su estilo anterior. Aunque la simplificación de rasgos y volúmenes son rasgos precursores del cubismo, ésta fue una etapa con vida propia, sin pertenecer a ningun estilo reconocido. Podemos observar en estos cuadros sus propios rasgos faciales incluso entre las figuras femeninas, lo que puede apreciarse comparándolos con los autorretratos de ésta serie. Años más tarde retomó lo que hubiera sido el transcurrir lógico de este estilo, en su época neoclásica.

Desde 1905, Picasso investigó la forma y el volumen, bajo las influencias de la escultura ibérica y la pintura de Cézanne.[4] En invierno, coincidiendo con su trabajo sobre Las señoritas de Avignon, finalizó el difícil retrato de Gertrude Stein ( Nueva York Museo de Arte Moderno ), que tanto le costó terminar. Finalmente se completó gracias a una pintura de Cézanne, Madame Cezanne en el campo que Gertrude Stein había adquirido en el Salón de Otoño en 1904.

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