Animado por André Derain, Picasso visita en 1907 el Museo de Etnografía en el Palacio de Trocadero de Paris. Este fue su primer contacto con un amplio número de piezas africanas y oceánicas, que los artistas del momento comenzaban a coleccionar. El descubrimiento del arte no-occidental dio lugar a una de las obras más emblemáticas del pintor, Las señoritas de Aviñón (1907), y también ejerció una considerable influencia por ejemplo sobre su trabajo escultórico.[6] Dos de los rostros, los de aspecto más "cubista" de los cinco, asemejan máscaras africanas, mientras los dos centrales son más afines a las caras de los frescos medievales y las primitivas esculturas ibéricas, y el rostro de la izquierda presenta un perfil que recuerda las pinturas egipcias.
Este cuadro imprimió un nuevo punto de partida donde Picasso eliminó todo lo sublime de la tradición rompiendo con el Realismo, los cánones de profundidad espacial y perspectiva, así como el ideal hasta entonces existente del cuerpo femenino, reduciendo toda la obra a un conjunto de planos angulares sin fondo ni perspectiva espacial, en el que las formas están marcadas por líneas claro-oscuras. Los tonos ocre-rojizos son característicos de su más amable época rosa, pero la crudeza del cuadro los convierte en agresivos.
Después pintar Las señoritas de Aviñón, Picasso comenzó a pintar en un estilo influenciado por las dos figuras en la parte derecha de la pintura, basadas en el arte africano. A pesar de que el cuadro se considera la primera obra cubista, antes de comenzar la fase cubista de su pintura Picasso pasó unos años explorando el arte africano.
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