miércoles, 5 de noviembre de 2008

Pablo Picasso: Vida y Etapas



Pablo Picasso fue un artísta español de la época contemporánea; su nombre: Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Mártir Patricio Ruiz y Picasso, no fue precisamente lo que más llamó la atención de sus admiradores, sino simplemente su forma de ver el mundo, las cosas que le rodean, y las distintas acciones que cada una puede llevar a cabo, siendo relevantes sus "deformaciones" (al ojo del público), pero muy dicientes en el aspecto natural y las particaularidades de cada uno.

Picasso nació en Málaga, el 25 de octubre de 1881, en un ambiente burgués bajo; sus padres eran José Ruíz Blasco y María Picasso López. El padre de Picasso quiso ser pintor y fue profesor de dibujo en la escuela de Málaga llamada San Telmo. De la madre se sabe poco, al parecer era una personalidad más fuerte que la de su marido, y que Picasso tuvo siempre hacia ella mayor respeto y ternura, como se muestra en el retrato que dibujó de ella en 1923. Picasso tuvo dos hermanas: Concepción (Conchita) y Dolores (Lola), pero nunca tuvo hermanos varones.

En 1891, la familia Ruiz-Picasso abandonó Málaga, siendo el padre nombrado profesor en el Instituto de La Coruña. En esta ciudad el pequeño Pablo trabajó en sus dibujos y mostró una fuerte confianza en sí mismo y en sus dotes. Sus primeros trabajos, de un realismo vigoroso y casi feroz, mostraron ya una predilección por los personajes populares.

En enero de 1895 falleció su hermana Concepción. Y en septiembre del mismo año su padre obtuvo una cátedra en la Lonja, Escuela de Artes y Oficios de Barcelona, donde el joven Pablo fue admitido como alumno y cursó estudios durante dos años, lo que le condujo a pintar, quizás por complacer a su padre, una serie de cuadros en los que el academicismo sentimental del estilo sorprendía tras la calidad de los retratos de La Coruña.

PRIMERAS PINTURAS

Picasso comenzó a pintar desde una edad muy temprana. En 1889, a los ocho años de edad, tras presenciar una corrida de toros y bajo la dirección de su padre pintó El pequeño picador, su primera pintura al óleo, de la que siempre se negó a separarse. Durante el invierno de 1895 realizó su primer gran lienzo académico, la Primera Comunión, en Barcelona, ciudad donde vivió unos 9 años, salvo algunas vacaciones de verano y estancias más o menos largas en Madrid y París.

En 1897 presentó el lienzo Ciencia y Caridad en la Exposición General de Bellas Artes de Madrid. Durante el verano, pasó, una vez más, sus vacaciones en Málaga, donde Picasso pintó paisajes y corridas.

En septiembre del mismo año inició estudios en la Academia de San Fernando de Madrid, pero pronto abandonó la Academia: la atmósfera intelectual de la capital, bastante provinciana y relativamente impermeable al modernismo catalán que el joven Picasso intentaba introducir (fundó una pequeña revista en 1901, “Arte Joven”, que tuvo una existencia bastante breve) no le convencía. No obstante, aprovechó sus frecuentes visitas al Museo del Prado para conocer mejor la obra de El Greco, cuya obra era vindicada por distintos artistas y estudiosos de finales del S.XIX.

Desde 1898 firmó sus obras “Pablo Ruiz Picasso”, luego “Pablo R. Picasso”, y solamente “Picasso” desde 1901. Este cambio no significaba un rechazo de la figura paterna, sino que más bien obedecía a un deseo de distinción de Picasso como personaje, iniciado por sus amigos catalanes, que tomaron la costumbre de llamarlo por el apellido materno, mucho menos corriente que el Ruiz paterno.

Volvió a Barcelona en junio de 1898, enfermo de escarlatina, y enseguida se trasladó a Horta de Sant Joan, el pueblo de su amigo Manel Pallarés, situado al sur del Ebro cerca de la ciudad de Gandesa. En esta estancia Picasso abandonó la idea de Madrid y la copia de los grandes maestros, reencontrándose con las raíces primordiales del país y con un cierto retorno a la naturaleza, más en consonancia con el ideario modernista, lo que constituyó uno de los primeros episodios “primitivistas” de su carrera.

En febrero de 1899 estaba de nuevo de vuelta en Barcelona, donde frecuentaba la cervecería Els Quatre Gats, insignia de la bohemia modernista y lugar en el que realizó su primera exposición individual, e hizo amistad con Jaime Sabartés y Carlos Casagemas. Es en este ambiente en el que Picasso entró en contacto con el pensamiento anarquista, sólidamente implantado en Barcelona. La miseria reinante en los barrios bajos de Barcelona, los soldados enfermos y heridos que volvían a España tras la desastrosa Guerra de Cuba, crearon un caldo de cultivo de violencia social que sin duda marcó, a un nivel individual y moral más que puramente político, la sensibilidad de Picasso y que pueden ser apreciados en ciertos dibujos realizados entre 1897 y 1901: el prisionero, Un miting anarquista.

En octubre de 1900 visitó París con Casagemas para visitar la Exposición Universal donde se exhibía una obra suya, Últimos momentos, actualmente desaparecida. En París se instaló en el estudio de Isidre Nonell, artista catalán que Picasso conocía del grupo Els Quatre Gats influenciado por el impresionismo y que reflejaba la situación social catalana de principios de siglo mediante retratos de personajes marginados y miserables. La obra de Nonell, junto a la de Toulouse-Lautrec influyeron en gran medida en el estilo de las obras de Picasso de esta época, lo que puede apreciarse en obras como La espera (Margot), Bailarina enana y El final del número, ambas de 1901. También conoció al que sería su primer marchante, Pere Mañach (quien le ofreció 150 francos mensuales por toda su obra de un año) y entró en contacto con la galerista Berthe Weill. Regresó a Barcelona el 20 de diciembre con Casagemas al que Picasso llevó consigo a celebrar el fin de año en Málaga.

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